No despertaré hasta que vuelvas y me laceres la piel con tus preciosos dientes blancos. Me niego.Cierro los ojos y me anega una liviana modorra a la que cedo.
En su binario vaivén de siesta remolona, alimento los recuerdos que te tengo y con ellos me siento al menos complacido. Me pesan deliciosamente los párpados y en plan bobalicón, salivo una suave sonrisa y me duermo. Y durmiendo, soy capaz de hacer el muerto en mares de arena fina mientras me acunan nanas turbadoras, pues es en mis sueños, donde dios dibujó tu boca y se le ocurrió la extravagante idea del pecado.Desde que te fuiste mujer, te sueño, te lloro y te recuerdo.
En su binario vaivén de siesta remolona, alimento los recuerdos que te tengo y con ellos me siento al menos complacido. Me pesan deliciosamente los párpados y en plan bobalicón, salivo una suave sonrisa y me duermo. Y durmiendo, soy capaz de hacer el muerto en mares de arena fina mientras me acunan nanas turbadoras, pues es en mis sueños, donde dios dibujó tu boca y se le ocurrió la extravagante idea del pecado.Desde que te fuiste mujer, te sueño, te lloro y te recuerdo.
The Big Sleep. 1946. Howard Hawks
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